Hacía frío.Mirar por la ventana se hacía difícil porque los cristales del tren estaban empañados de melancolía.
Ajena a mi entorno,con la cabeza en otro lado,arqueando palabras para convertirlas en arterias que insuflaran algo de vida a mi cerebro.
Mientras todo ésto ocurría las estaciones se sucedían,una tras otra,en un riguroso orden ya establecido.Un orden que no era ningún desafío,un orden que mataba cualquier invitación a la sorpresa,un orden que me recordaba mi pertenencia al rebaño.
En el preciso instante en que la palabra dicotomía se adhería fuertemente a mis neuronas y se apoderaba de mis pensamientos,una lágrima resbaló por la mejilla
de la chica que tenía sentada enfrente.
Aquel gesto de vidrio que provenía de una extraña desesperezó mis descafeinados ojos
e hizo despertar mis emociones del letargo en el que estaban sometidas.
Se parecía tanto a...
Por un momento pensé:"Quizás tu nombre se escriba capicúa".
A mi lado,una joven adivinaba iniciales en corazones de vapor.
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